Viviendo en el Campo


Todavía quedan lugares donde los días parecen tener más de 24 horas, donde se respira aire puro e inocencia incluso en las mentes adultas. Allí donde reviven las añoranzas de nuestra niñez si vamos de visita, pero donde también despierta la preocupación y la melancolía si nos quedamos el tiempo suficiente como para ver la realidad, una realidad que es muy dura cuando se está en un país en vías de desarrollo en el que la corrupción crea muros gigantes en el camino hacia el progreso de los que no tienen “cuñas”. Nuestro objetivo esta semana es retratar la vida en el campo, con todas sus implicaciones.


Najayo Arriba, San Cristóbal  
Su belleza, donde aún el viento cálido del verano se siente bien y las hojas de los árboles murmuran canciones que invitan a soñar. Con el tiempo, el sonido de las motocicletas (70 y 115, no se vayan a imaginar más de ahí) ha sustituido el galope de los caballos, pero todavía aparecen. Ya la gente no va a lavar al río, pero todavía se usan las palizadas como tendedero. La división de las casas también ha cambiado. Antes era sala, galería y habitaciones juntos mientras en la parte de atrás había dos pequeñas casitas separadas: El fogón (la cocina) y la letrina (el baño).


Fogón / Najayo Arriba, San Cristóbal 
Con cada visita siempre hay algo moderno y, aunque podríamos decir que es signo de progreso, siente uno que el lugar también pierde un poco de su esencia. Extrañas el típico cuadro en las salas de los perros jugando póker, la niña negra de ojos super expresivos que llora o la rubita gordita que se saca una espina de un pie ¿se acuerdan?  Extrañas la madera con que se construían las viviendas, y los colores vistosos de pintura de aceite que servían de decoración y protección, ¿Qué decir del sonido de la lluvia sobre los techos de Zinc?  En esas noches donde el que contaba el cuento tenía que alzar la voz un poco más porque el ruido del aguacero no dejaba que se escuchara.


Casas Típicas/ Najayo Arriba, San Cristóbal 
Esos son los momentos a los que, de vez en cuando, uno quiere regresar y ponerlos en pausa para disfrutarlos una vez más, un poco más. Cosechar en el conuco, alimentar animales conscientes de que, en su momento,  ellos serán los alimentos (sin que eso cause algún daño psicológico, como podría suceder hoy con un niño de ciudad). Ese era nuestro Disneyland y las aguas del arroyo eran el parque acuático donde nunca era necesario hacer fila.  

¿Será posible encontrar una forma de progreso que en vez de sustituir sea una vía de mejora? Ahora hay casas de concreto (la mayoría construidas sin un verdadero criterio de construcción, ni hablar de desarrollo urbano), las mujeres ya no sufren de dolores en los nudillos por lavar a mano en el río, hay menos zinc, hay luz y ya no hay historias. Pero en vez de progresar la gente es más pobre.


Najayo Arriba, San Cristóbal  
Los conucos son cada vez menos, los jóvenes inician más la universidad, pero pocos completan una carrera profesional y en poco tiempo están ociosos, frustrados y con la esperanza únicamente puesta en las bancas de lotería que han minado estas pequeñas poblaciones como si se tratase de una de las plagas de Egipto. La escuela se esforzó más en vendernos sueños de ciudad que en enseñarnos a amar la riqueza que teníamos en casa, poco a poco perdemos ambas cosas y nadie parece despertar de la anestesia.


Najayo Arriba, San Cristóbal 
El horizonte sigue siendo hermoso. La alegría, las miradas y las sonrisas de los niños conservan chispas de esperanza. Cada uno a su manera y con sus recursos tiene la responsabilidad de ayudarles a amar y preservar la verdadera riqueza, ayudarles a sacar la pobreza de sus mentes para que puedan producir verdadero progreso, ese que preserva lo que ya es bueno y mejora las debilidades. El progreso que, más allá de construcciones desordenadas y música que solo hace ruido, ayude a nuestras comunidades a florecer como los jardines en primavera, como las montañas donde hasta las flores silvestres refrescan la vista con su particular esplendor.


Laguna de Oviedo 


¿Cuánto hace que no vas al campo? 
@P3rspectivas

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